Aunque creo que soportó bastante bien el calor, como esos días de viaje en Marrakech no recordaba haber pasado tanto calor en toda mi vida; fue un calor muy seco parecido al de una sauna y como alivio de esas altas temperaturas un pulverizador de agua con el que puedes impregnarte la cabeza y la ropa y de algún modo sentirte más fresco.
Pasamos tres días paseando por la Medina, perdiéndonos inevitablemente por los callejones de sus zocos, siendo captados por los típicos “timadores” que te llevan a ver a los curtidores por un módico precio y a los que si no les das nada te rodean entre varios y empiezan a pedir que les pagues (como he visto que le sucedía a un turista), visitando el museo de marrakech, las tumbas saadíes, el palais de la bahía,
viendo el alminar de la koutoubia (usada como modelo para la giralda de sevilla) y su plaza donde se reunían cientos de musulmanes para rezar.
Cada noche pasabamos por la plaza de djemaa el-fna para presenciar el espectáculo de encantadores de serpiente, acróbatas, cuenta cuentos (que evidentemente los narraban en árabe), aguadores, bailarines y otros muchos espectáculos (es aconsejable ir con un puñado de monedas de un dirham para ir dando algunas monedas en los espectáculos).
El penúltimo día decimos hacer una excursión organizada al valle de l’ourika en el alto Atlas, de camino visitamos una casa donde hacían jabones y perfumes naturales, y posteriormente una casa beréber, y antes de todo eso un mercado beréber donde nada más poner un pie fuera de la furgoneta tenías una persona que quería guiarte a través del mercado (en espera de una propina), incluso varios “guías” se pegaron por una pareja de francesas que iba en nuestro grupo. Pareja que resultó ser un ejemplo de ese turismo francés que paga precios excesivamente altos por los productos marroquíes. Nuestro destino final era un pueblo llamado Settifatma donde se encuentran las siete cascadas, en este viaje nadie nos había dicho que para llegar a las cascadas debíamos aparte pagar a un guía, por lo que todo grupo de la excursión decidimos probar por nuestra propia cuenta a llegar a una de las cascadas. Tuvimos bastantes dificultades para encontrar el camino y mientras lo buscábamos dimos con un señor mayor (supuestamente un día oficial) que nos ofreció enseñarnos el camino a un precio menor. Y así comenzó el ascenso hacia la primera de las cascadas, aunque pueda ser aconsejable el uso de buen calzado he de decir que había gente local que iba de chanclas, bañador y toalla. En algunos puntos del trayecto la ayuda de otra persona era imprescindible, especialmente si vas con alguien que no sea muy ágil. En mi opinión el punto más crítico fue cuando después de habernos dado un baño en la primera cascada tuvimos que subir por una escalera apoyada sobre unas piedras a modo de tacos que la conseguían elevar un poco más y donde la mano del guía se hacía imprescindible. Lo siguiente fue un sendero de vuelta a la ciudad, desde el que se veían otras de las cascadas y todo el valle. Una vez de vuelta al pueblo la sensación general fue de haberlo pasado muy bien. Nuestro conductor creo que no opinaba lo mismo ya que llegamos bastante más tarde de la hora que nos había dicho y por tanto él no estaría a tiempo en marrakech para el iftar, así que el viaje de vuelta fue bastante rápido.
Por el camino vimos un incidente entre dos coches de donde salieron sus conductores, uno con una maza y otro con una cadena, dispuestos a partirse la cabeza mientras nuestro conductor les gritaba para que se apartasen. La antítesis de "ramadán karim".Una vez de vuelta a la medida de marrakech, creo recordar que esa noche fuimos a cenar a un restaurante libanés situado en la villenouvelle, zona que contrasta completamente con la Medina y donde pueden verse edificios altos y tiendas de marcas occidentales como Zara o el omnipresente McDonalds.
De entre todas las ciudades musulmanas que he conocido Marrakech es sin duda alguna la que menos me ha gustado debido a su gente, por una parte no me parecieron tan hospitalarios como en otro países y aunque viven del turismo como otras ciudades por ejemplo El Cairo los precios que puedes obtener después de regatear son casi comparables a los precios que pueden tener esos mismos productos en España con un 20% de descuento o menos. En mi opinión esto es debido principalmente al turismo francés el cual compra los artículos a precios muy elevados dejando grandes márgenes de beneficio, nada comparable a los beneficios que estoy dispuesto a dejar. Esto es muy parecido a lo que me sucedió mientras vivía en Egipto: me fui unos días a una zona muy turística Sharm el Sheik (o conocida por los egipcios como Italia 2), allí entré en una tienda y pregunté por el precio de unas barritas de incienso y el vendedor me dijo que eran 50libras, le respondí que en El Cairo esas mismas valían 3libras, me dijo que las comprase en El Cairo.

Otra suceso que me indignó completamente y una anécdota que suelo contar es que un niño de la calle que nos había ayudado a encontrar el riad el primer día y otro día a encontrar la sinagoga rechazó una propina de cinco dirhams (el equivalente a €0.50, teniendo en cuenta el nivel de vida seguramente sea el equivalente a más de un euro) porque quería 10 dirhams, y prefirió quedarse sin propina antes que aceptar mis cinco dírhams; algo impensable para mí que viví 21 meses en El Cairo y donde una propina era siempre aceptada con gratitud y más tratándose de un niño. Esto puede ser un ejemplo de lo extremadamente fácil que es para un niño obtener propinas de un euro o más y como consecuencia de ello que dar propinas de un euro porque te indiquen una dirección sea lo más habitual y lo exigible a cualquier turista.
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